A lo largo de mi trayectoria profesional he visto como la duda y la desconfianza genera sufrimiento.

La mente traiciona sin control, generando con frecuencia una prisión en la que el afectado se siente atrapado y no puede salir.

Para poder acabar con todo ello existe un método fiable: la Prueba del Polígrafo, la forma más eficaz, rápida y económica para salir de dudas. Dicha Prueba tiene un alto porcentaje de fiabilidad, siempre que sea realizada por un profesional certificado, cumpliendo con los estándares marcados por la Asociación Americana de Poligrafístas (APA), a la que solo tienen acceso los profesionales cualificados.

Quien no conoce a personas que necesitan ser el centro de atención…

Y, equivocadamente, son reforzadas por gente de su entorno que alimentan ese reclamo, sin que se corrijan los comportamientos impropios que llevan aparejados.

Jóvenes que no se hablan con alguno de sus progenitores, a pesar de vivir bajo el mismo techo, llegando a manifestar odio hacia ellos.

Recuerdo el caso de un adolescente que estaba acudiendo a la consulta de unos profesionales en psicología debido a su comportamiento: odio hacia uno de sus padres por su educación y negativa a asistir a su centro escolar. Esta posición era apoyada por uno de sus progenitores y aceptada con resignación por el otro, sin que en todo ese tiempo de tratamiento hubiera manifestado que “tenía un pesar interno”.

Un día, inesperadamente, el adolescente contó que cuando tenía 8 años había sufrido un delito sexual de dos personas de su entorno familiar, lo que utilizó para reforzar su posición de víctima, a pesar de que solo le creyó uno de sus padres.

Ante una acusación tan grave, y la situación que se estaba viviendo dentro del entorno familiar, acudieron a la Prueba del Polígrafo para poder salir totalmente de dudas.

Cuando llegó al Detector de Mentiras, el adolescente se expresó con nervios y contradicciones en hechos fundamentales, manifestando que recordaba frases sobre los hechos sucedidos; si embargo, cuando se le invitó a dejar de lado esos recuerdos y a hablar de hechos concretos, tales como, si lo desnudó o no el familiar, pasó a admitir que “no se quitó nunca el pantalón y que no notó en ninguna ocasión que se le pusiera dura”. Manifestaciones que no se correspondían con alguien de esa edad.

Reconoció que hasta ese momento no le había dado importancia a lo vivido, ni le preocupaba que sus comentarios pudieran llevar a la cárcel a quién acusaba. De ello se dedujo que, al ver la repercusión que había tenido, continuó para justificar su extraño comportamiento.

Reconoció que durante bastantes años había tenido “adicción a la pornografía” y haber grabado para un supuesto fan un vídeo con actitud poco apropiada para su edad.

Así mismo, por medio del diálogo, se detectó que la difusión de un vídeo íntimo dentro de su entorno escolar era lo que realmente lo había hundido moralmente y la causa de su comportamiento atípico para su edad. La vergüenza de la difusión de ese vídeo y otros comportamientos que tuvo de persona “adulta” con una “mentalidad infantil”.

La acusación que hizo de los familiares le vino bien. Rompió la paz familiar y “una parte entendía” su comportamiento, pasando a ser una persona protegida y consentida.

Con la Prueba de Polígrafo se descubrió que la acusación que había hecho de un delito sexual de su entorno más cercano NO era verdad.

La actitud y el comportamiento de su “progenitor/ protector” indicaba que el hecho de no imponer reglas en la convivencia habían afectado en su conducta de adolescente, provocando que se moviera en un mundo irreal y perjudicial, con el consiguiente daño moral y personal a una gran parte de la familia.